El Arco Iris

   
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Viajaba en el tren subterráneo leyendo El Sutra del Corazón, un libro de Osho, que me había prestado Pravah.

El conocimiento es la maldición, la calamidad, el cáncer. Es a través del conocimiento que el hombre se aparta de la totalidad. El conocimiento crea la distancia.

Te encuentras una flor silvestre en las montañas, tu mente no tiene nada que decir acerca de ella, la mente está silenciosa. Miras a la flor, ves la flor, pero de ti no surge ningún conocimiento. Hay admiración, hay misterio. La flor está allí, tu estás allí. A través del maravillarse no estas separado, estás unido.

Si supieras que es una rosa, o una margarita, o alguna otra, ese mismo conocimiento te desconecta. La flor está allí, tu estás allí, pero ya no hay un puente; ¡tu sabes! El conocimiento crea la distancia. Cuanto más sabes, más distante estás; cuanto menos sabes, menor es la distancia. Y si estás en un momento de no saber, no hay distancia, estás conectado.

Leía estos párrafos cuando un pequeño arco iris se posó en la página, ¡en la oscuridad del túnel de un tren subterráneo, 10 metros bajo tierra!

Inmediatamente me puse a descifrar el enigma. Al pasar la mano a un palmo por sobre la hoja, pude ocultar el arco iris, con lo cual ubiqué la dirección de donde provenía. Al mirar hacia allí, vi un espejo biselado, cuyo borde formaba un prisma, como el que usara Newton para descomponer la luz. Y la fuente de la luz no era sino la de la lamparita eléctrica del vagón.

Satisfecho con la explicación, tan simple, tan obvia, volví la vista al papel, ignorando el ahora insignificante arco iris, y releí, 'El conocimiento crea la distancia.'

Y algo hizo 'click'.

Entonces, vi el arco iris.