Conectándonos

El Mundo de Osho

Setiembre de 1996


Sannyas

El sannyas existe para darles un sentido de dirección, una sensación de pertenencia, un enraizamiento, una conciencia de lo que son y lo que pueden ser. Es tremendamente significativo que recuerden que el sannyas no es una formalidad. No es una cosa formal como lo es el ser Cristiano: tu naciste en una casa Cristiana; o una cosa formal como lo es el ser Hindú.

El sannyas es exactamente como cuando Jesús estaba en la tierra y un pequeño grupo de personas caminaba con él, comenzó a moverse hacia el peligro con él, o cuando Buda estaba en la tierra y unas pocas personas se reunieron junto a él ¡y lo arriesgaron todo! El mismo drama está ocurriendo aquí, nuevamente.

Ustedes son afortunados en ser parte de ello. ¡Siéntanse benditos! Y entonces, lenta, lentamente comenzarán a recordar lo que significa el haber sido designados por Dios, cuál es el significado de cada hombre llevando un mensaje al mundo. Ninguna persona viene con las manos vacías, pero muy poca gente transmite el mensaje. Aquellos que lo hacen son Budas, los que han despertado.

Mi esfuerzo aquí es hacer miles de Budas. Menos de eso no servirá.

Osho
Ochenta y cuatro poemas

Esto no es una revolución. Esto es una rebelión. La revolución es algo social, colectivo, la rebelión es individual. No estamos interesados en darle ninguna clase de estructura a la sociedad. ¡Ya basta de estructuras! Deja que las estructuras se vayan. Queremos individuos en el mundo, moviéndose libremente, moviéndose conciéntemente, por supuesto. Y su responsabilidad proviene de su propia conciencia. Ellos se comportan corréctamente no porque estén tratando de seguir ciertos mandamientos; ellos se comportan correctamente porque les importa.

[...] Un sannyasin no arrastra muchas creencias; de hecho, ninguna. él sólo acarrea sus propias experiencias. Y la belleza de la experiencia es que siempre está abierta, porque siempre se puede explorar más allá. La creencia está siempre cerrada, se cierra en un punto. La creencia está siempre completa. La experiencia nunca se completa, permanece incompleta. Mientras vivas, ¿cómo puede tener fin? Tu experiencia crece, cambia, se mueve. Está yendo continuamente de lo conocido a lo desconocido y de lo desconocido a lo no conocible. Y recuerda, la experiencia tiene su belleza porque está incompleta.

Algunas de las más grandiosas canciones son aquellas que están incompletas. Algunos de los libros más grandiosos son aquellos que están incompletos. Algunas de las músicas más grandiosas son las que están incompletas. Lo incompleto tiene su belleza...

La experiencia siempre permanece abierta, eso significa incompleta. La creencia está siempre completa y acabada. La primera cualidad [del sannyas] es estar abierto a la experiencia.

Osho
El Sutra del Corazón

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Un ejemplar muy pobre

Este ejemplar de Conectándonos es muy pobre. A pesar de nuestros repetidos pedidos, ¡este mes no hemos recibido ninguna carta! Hace ya meses que hemos desistido de pedirles suscripciones. Estamos enviando 120 ejemplares por mes y sólo hemos recibido 6 suscripciones y una significativa donación. Todos esos fondos están más que agotados desde hace tiempo. Sin embargo, aquí estamos.

Días pasados, en un festival que aconteció aquí en los EEUU, alguien de Puna trajo información sobre los 21 días de Dinámica que se hicieron alrededor del mundo. En un mapa mostraban pequeñas notas con comentarios recibidos de varios centros. Había una buena cantidad de notas provenientes de sitios donde están recibiendo Conectándonos, sin embargo, nosotros no recibimos siquiera una copia de ninguna de esas cartas.

No podemos crear algo de la nada. Un medio de comunicación sólo es útil cuando hay gente que tiene algo que comunicar.

Si atesoran alguna cita de Osho, hágannoslo saber, pero cuéntennos también la circunstancia que la hace tan cercana a vuestro corazón, pónganla en el contexto de vuestra experiencia. Es vuestra vivencia la importante. Y no importa que esté prolija, nosotros la correjimos (berdá ke lo asemoz vien?). No necesitamos traducciónes de material existente, pues, obviamente, ya existe en otros medios.

En este ejemplar, he tratado de compaginar algunos intercambios que he tenido con gente que nos ha escrito. Soy reacio a publicar mis opiniones pues no creo tener mayor sabiduría que la de tantos otros. Mi experiencia, mi vivencia y mi circunstancia han hecho de mi lo que soy, y sólo puedo responder desde allí. Sin embargo, el estar editando este boletín otorga cierto aire de superioridad y me espanta que haya quienes (y me consta que es así) crean que tengo algún grado más de, cómo llamarlo, ¿sannyasitud? que ellos. No se admiren de mi modestia, no hay tal, es que tengo un grave problema de falta de autoestima.

Por otro lado, recibimos cartas y comentarios de gente que le gusta recibir Conectándonos y nos alienta a seguir adelante, gente de paso por Viha que dice que leen Conectándonos en lugares donde ni siquiera sabíamos que estaba llegando, lo cual nos da a entender que tan errados no estamos.

Sentimos que tenemos un compromiso para con todos ellos y no queremos defraudarlos y es por ello que este ejemplar sale tan puntualmente como nos es posible, pero nos liberamos de tal compromiso haciéndoles saber que el próximo ejemplar de Conectándonos saldrá cuando haya algo que compartir, de vosotros para vosotros mismos.

Sw. Satyam


Correo de aquí y de allá

Este mismo boletín aparece también en forma electrónica en la Internet. Algunos de ustedes tienen acceso a la Internet, otros habrán escuchado hablar de ella y otros no tienen idea. Tanto da. Basta saber que es otro medio de comunicación. De todas formas, es la gente la que se comunica y el que las palabras estén en papel o en electrones es irrelevante.

El caso es que también recibo correo por la Internet, esto es correo electrónico, que quiero compartir.

Edwin, de Colombia, comenzó su conversación con un:

Que la luna te salude,
quiero saber mas de nada

Edwin ha dado en el clavo en algunos temas que nos conciernen a todos y por eso es que quisiera que todos participaran en este conversación. Escríbannos con vuestras experiencias pues Edwin ha hecho preguntas muy significativas y la mía es sólo una opinión entre tantas.

Edwin preguntó que es Sannyas y, debo admitir, mi respuesta no fue particularmente lúcida, por lo cual en esta ocasión me remito a la cita de Osho en la portada.

Edwin: "Me parece que hoy están haciendo en el mundo lo que en toda la historia de la humanidad ha sucedido, sobre el cadáver de un Buda construyen un iglesia, espero que esto no suceda con Osho."

Satyam: "Comparto tu preocupación, creo que todos lo hacemos, por ello en Conectándonos no quiero repetir solamente las palabras de Osho sino también las vivencias de sus discípulos. No por nada Osho no escribió ningún libro. El hablaba en vivo, pues las palabras morían a poco de habladas. Su sabiduría es innegable pero su alma no se muestra en la palabra escrita."

Edwin: "Volviendo a lo citado en el anterior mensaje, es necesario llevar la vivencia, el compartir a otros, no llenarlos de conceptos de literetura , sino simplememte vivir ....(Eso pienso)

Pero pregunto, ¿es necesario que yo tenga a otras personas, para poder encontrarme, ya que se crean conflictos entre la comunidad y la individualidad ..? No lo se..."

Satyam: No es necesario, a veces puede ser perjudicial (las menos) pero es muy útil. Cuando tu haces Dinámica, el estar en compañía de otros crea una energía, un ambiente, que te ayuda, te anima o, incluso, aunque más no fuera por no pasar vergüenza, te fuerza a seguir con el bendito ¡Jú! ¡Jú!, que de otra manera te saltearías. Eso no impide, sin embargo, que el proceso meditativo te ocurra a ti y sólo a ti.

En una comuna, los individuos tienen distintas personalidades y aún dentro de cada uno, los ciclos de los distintos estados de ánimo varían. El conjunto, sin embargo, puede ayudarse. Como dice el dicho, hoy por ti mañana por mi. Eso no quiere decir que sigan juntos por el mismo camino. Si hay el suficiente respeto, cosa escencial, cada uno sigue su camino. Ocasionalmente esos caminos se encuentran, y los individuos se contactan, comparten sus cosas, se ayudan, pero luego han de partir, una vez más, cada uno por su senda.

Hay personas, líderes si se quiere, que crean religiones atrayendo a sus discípulos hacia el mismo camino. Hay Maestros, como Osho, que nos mantienen en movimiento, que nos patean el trasero con sus palabras cuando estamos remolones, pero que tienen la sabiduría de dejar que cada uno se pierda por su propio sendero, y la compasión para tolerar nuestra tontería.

Enrique, de Campinas, Brasil, ha pedido Sannyas recientemente y aún no ha recibido respuesta. Me dice que desde que ha comenzado ha hacer meditaciones...:

Enrique: He notado bastantes cambios en mi modo de ser y actuar. También las personas en torno mío notan esos cambios: mi familia, mis alumnos y mis colegas.

Satyam: No se si te conte mi anecdota al respecto:

Caminaba por una calle céntrica en Buenos Aires y me cruzo con un amigo a quien no veía desde hacía ya un par de meses, cuando aún no sabía de Osho. Yo había comenzado a hacer grupos y meditaciones en ese tiempo y ya tenía planeado ir a Puna, aunque aún no tenía seguridad de tomar Sannyas o no. Este amigo me dice algo así como 'que cambiado se te ve, pareces otro'. Eso me dio la idea de que, siendo que parecía otro, bien podía cambiarle el rótulo a esa entidad y tener otro nombre. Así es como me decidí a tomar sannyas.


El Riesgo Supremo

Deva sentía un nudo en la boca del estómago. Lo había sentido desde que el grupo empezó. En realidad lo había sentido todas su vida, en el preciso momento en que se presentaba. Era una fuerte sensación de miedo. Ella siempre había tenido miedo de sus padres, de las monjas en la escuela, de su esposo. Tenía incluso miedo de sus hijos. Tenía miedo de todo: de la vida, de la muerte, de la felicidad, del dolor. Tenía miedo de no ser una buena madre, de ir mal en la universidad, de perder su trabajo. No era sorprendente que tuviera miedo en el grupo de encuentro. Hubiese sido sorprendente que no fuese así.

Cerró los ojos. Intentó concentrarse en su temor. ¿De qué tenía miedo en ese momento? ¿Qué era aquello realmente? No eran las peleas lo que la atemorizaba. No era el temor de ser lastimada físicamente. No era el miedo a la violación, a la violencia.

Al eliminar las causas anteriores, se encontró con el motivo primordial: era el temor de no ser aceptada, su miedo patológico a la negatividad de otras personas. Ella siempre se había amoldado a las cosas, a las circunstancias; siempre lo había hecho, a fin de poder confundirse con la multitud, a fin de ser aceptada, querida, amada.

Yo..., yo -balbuceaba; era la primera vez que hablaba-. Estoy asustada- dijo finalmente-. No le temo a las peleas, le temo a...-Empezó a llorar. Los demás esperaban-. Tengo miedo de hacerles saber a otros que no me gustan - concluyó.

Miró a Teertha, miro a Turiya, miró a Bhakta - quien le gustaba-, a Govind - quien no le gustaba- y a Moksha - a quien temía-. Pero nadie dijo nada. Govind ni siquiera le prestaba atención. Se miraba las uñas completamente absorto.

Bueno, quiero decir, como veis, siempre he estado ansiosa por complacer- expresó en un torrente de palabras-. Todo empezó cuando era muy joven. Creo que siempre estaba intentando...

-Si quieres hablar de eso- le interrumpió Teertha-, ve al rincón y habla contigo misma. A los demás no les interesa.

Deva se quedó sofocada, incrédula. Estaba intentando abrirse, vaya si lo estaba intentando.

- Hablas demasiado- continuó Teertha-. Es una charlatanería insípida y tediosa. Trivial. Te escondes detrás de las palabras.

Ella le miró. Tenía razón, por supuesto; ¿qué podía decir?

-Si, pero verás...- empezó, intentando defenderse.

-No me interesa- volvió a interrumpirla él, y apartó su atención de ella a propósito, dirigiéndose a alguien más, a una atractiva chica francesa.

Bhakta se sentó junto a Deva intentando consolarla. La rodeó con sus brazos. No podía soportar que una mujer fuese rechazada de esa manera. Quería decirle que no se preocupase, quería consolarla, ofrecerle su amor.

- No te preocupes, Ma- le susurró, acariciándole la espalda. Brúscamente, ella se puso a gritarle:

-Suéltame, suéltame, ¡no me toques!

Quería que le quitase las manos de encima, que se apartase de ella, que dejase de sofocarla con su amor. Toda su vida había sido lo mismo: un dejarse llevar por las buenas intenciones de otras personas hasta sentirse sofocada con su amor.

-¡No me toques! ¡Déjame!- le gritaba. Luego se dobló en posición fetal, rígida, cerrada-. ¡No! - gritó-. ¡No! ¡No! ¡No!

Se relajó por un momento, se mostro otra vez abierta a los demás.

-Grita- le rogó Teertha-. Permite que salga todo.

Y ella empezó a gritar y a gritar, y con ella todos los demás. Parecía un coro de locos. Teertha les pidió que lo hicieran para ayudarla. Los gritos llenaron el salón, el cual resonaba con ellos.

Después, Teertha hizo que Deva diera una vuelta por el salón diciendo a cada uno qué era lo que no le gustaba de él.

Ella se mostró poco entusiasta, tibia.

- No me gusta el corte de tu cabello.

No podía decir nada que hiciese daño realmente. Luego volvió a dar una vuelta diciendo esta vez lo que le gustaba de cada uno. Sus palabras le resultaban falsas incluso a ella. Sonaban como si no tuviesen ningún significado.

-Hay algo en ti que me recuerda a mi hijo mayor- le confesó a un muchacho. Pensó que sería el mejor cumplido que podría hacerle a alguien-. Siento una gran simpatía por ti.-Le sonrió.

-Si ésa es toda la emoción y el calor que sientes por tu hijo- le respondió-, el pobre chico debe de sentirse fatal. ¡Qué horror!

Su corazón se congeló. Lo miró totalmente desconcertada. De repente se dio cuenta de que no expresaba ningún amor. Actuaba cariñosamente, pero lo que expresaba era un gran no. No había engañado a nadie. Los demás habían captado su incapacidad para amar, su incapacidad para compartir. Empezó a gritar: No, no, no. Mira se situó frente a ella y respondía gritado un a cada uno de sus no.

Teertha le pidió que, por la noche, al regresar a su habitación, se dedicase a profundizar sus sentimientos con respecto a sí misma y a su cuerpo.

Al intentar hacerlo, lo único que pudo percibir fue un sentimiento de aversión hacia sí misma. No podía superarlo. Odiaba su cuerpo, odiaba sus miedos, odiaba sus necesidades, su manera de ser, sus formas de escapar. No pudo encontrar nada en sí misma que no odiase.

Por supuesto, no pudo dormir. Permaneció tendida en su cama llorando, compadeciéndose de sí misma, deseando su propia destrucción, dándose golpes en el cuerpo; deseaba hacerse daño.

Quedó exhausta después de eso, pero aún no podía dormir, así que cogió uno de los libros de Osho y lo abrió al azar. "Cuando tengas una emoción intensa, cualquiera que sea, ámala. Es tu energía, eres tu", expresaba Osho.

Aquello le produjo risa por un momento; luego volvió a derramar lágrimas. Observó su cuerpo desnudo cubierto de moretones por el autocastigo que acababa de inflijirse. "ámalo, eres tú", se repetía a si misma. En medio del llanto, empezó a acariciar sus brazos, sus senos, su estómago.

Volvió a recostarse en la cama. "Está bien que te ames a ti misma", se dijo. Miró la fotografía de Osho que tenía sobre el tocador. El la miraba con amor, con aceptación, le daba seguridad, el derecho a ser lo que era.

Se durmió al final, envuelta en su amor.

Del libro El Riesgo Supremo
Ma Satya Bharti

Este libro, impreso en castellano por Martínez Roca y hace años agotado fue mi introducción a Puna, a las meditaciones, los grupos de terapia y los sucesos en general dentro de la comuna. Las cosas habían cambiado mucho desde el 79, cuando este libro fue escrito, ya no había violencia física, no había huesos rotos, golpes y demás. No por ello los grupos eran menos intensos, pero era más lo que ocurría por dentro que lo que se manifestaba externamente. Por respeto a la privacidad de los participantes, lo que ocurre dentro de los grupos no se comenta fuera del mismo. La autora ha publicado estas historias con el permiso expreso de los participantes.


Paddy y Sean están volviendo a Dublín tras visitar un festival de vinos en las afueras.

"Paddy, ¿estamos llegando a la ciudad?" pregunta Sean.

"Si," dice Paddy, "debemos estarlo, estamos atropeyando cada vez más gente."

"Conduce más despacio entonces", dice Sean.

"¿Cómo que conduce más despacio?" dice Paddy, "Eres tú quien está conduciendo"

Osho
This, This, a Thousand Times This

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