La Virgen de Guadalupe

 

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"El abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, no sólo niega el 'milagro guadalupano', también pone en discusión la 'resurrección de Cristo'y sus apariciones a los apóstoles, estableció el departamento editorial de la revista italiana "Treinta Días".

En una carta enviada a sus lectores mexicanos, señala que la postura del abad de la Basílica de Guadalupe se suma a la de aquellos católicos y clérigos que no reconocen que el cristianismo no es un acontecimiento histórico.

En una cuartilla, el departamento editorial estableció que la postura de monseñor Guillermo Schulenburg, al poner en duda las aparaciones de la Virgen de Tepeyac y la existencia histórica del beato Juan Diego, constituye un problema "hondo y sustancial"[…]"

Este artículo, recientemente publicado en todos los medios de comunicación mexicanos, sorprendió, sobre todo a los católicos y cristianos en sus diversas confesiones o sectas.

La palabra del Abad de la Basílica de Guadalupe, al negar el milagro guadalupano, da un certero golpe a la fe de los creyentes. El Abad, persona madura con bastantes años al cuidado de la Basílica, al afirmar que no pasó por la historia la Virgen de Guadalupe y, por consiguiente, tampoco el indio Juan Diego, nos da una idea de cómo la Iglesia, desde que se estableció como tal, viene acomodando las cosas a manera de poder manejarlas a su antojo.

El 'relato' que nos dió la Iglesia fué que la Virgen le pidió a Juan Diego, un buen cristiano, sencillo y casto, que fuera al Obispo Fray Juan de Zumárraga para solicitarle la construcción de un templo. El milagro ocurrió cuando al estar Juan Diego frente al Obispo, apareció en sus ropas, la figura pintada de la Virgen de Guadalupe.

Lo curioso del caso es que hasta el mes de diciembre de 1931, nadie hace referencia al hecho. Tuvieron que pasar 117 años para dar publicidad al milagro.

Por otra parte, el propio Obispo Zumárraga, entre sus numerosos escritos, no menciona el acontecimiento; tampoco su sucesor, Alfonso de Montufar, 2do. Arzobispo de México. Por el lado del "Cronista de Milagros", Jerónimo de Mendieta, no hace referencia al hecho, el cual habría sido su deber anotar en el libro de registros. De igual manera sucedió con el Virrey Dn. Antonio de Mendoza; con los historiadores de la época, como Fray Bernadino de Sahagún y el cronista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo.

Y, finalmente, como dato apropiado, en el mismo cerrito del Tepeyac, donde ahora está la Basílica, los Mexicas (la tribu que diera su nombre a México) adoraban a Tonantzin, la Madre de Dios. Tonantzin así fue reemplazada por la morena Guadalupana. La iglesia tenía necesidad de un símbolo que fuera capaz de relacionar al indio con la religión conquistadora. ¡Qué mejor madre para un pueblo huérfano y dolorosamente castigado por la esclavitud!

Sw Premal
México


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