Arthur C. Clarke (inventor de los satélites de comunicaciones geosincrónicos, escritor y autor de la película 2001, Odisea del espacio) escribe en un reciente ejemplar de la revista Ad Astra ('A las estrellas', en latín) una nota titulada:

Toilets de los dioses

Científicos espaciales completaron recientemente el análisis de restos de naves espaciales recientemente recuperados tras orbitar a la Tierra varios años.

Descubrieron que muchos de ellos estaban cubiertos de una delgada capa de lo que fue descrito, delicadamente, como "materia fecal", atribuida al pobre manejo de residuos en los vuelos espaciales.

Esto puede solucionar uno de los misterios sobre el origen de la vida en la Tierra: pareciera haberse producido apenas las condiciones se volvieron favorables, en lugar de ocurrir tras los miles de millones de años de prueba y error molecular que hubiera requerido el "no tan ciego laborar del azar", según lo llamara Isaac Asimov.

Obviamente, habría sido necesaria una sola forma de vida organizada en la galaxia si tan solo la primera civilización espacial hubiera sido tan descuidada con su ambiente como lo somos nosotros.

Hace años, Hoyle y Wickramasinghe sugirieron que la vida tiene un origen cósmico y no terrestre. Puede que estén en lo correcto, aunque no en la forma en que lo vislumbraron.

Pensar que podríamos haber surgido de un pobre manejo de residuos cloacales es un pensamiento que nos humildece. El primer capítulo del Génesis requeriría una revisión drástica.

Por otra parte, si, - tal como sugieren algunos autores - esta Tierra alberga la única vida en el universo, ese deplorable estado de las cosas está en vías de ser corregido ya mismo.

Podríamos obtener consuelo - dudo en decir inspiración - del hecho que nuestra descendencia este propagándose ahora mismo por el universo. Pero sería muy difícil que nosotros pudiéramos llegar a reconocerlos como tales, y sería totalmente descortés preguntarles cómo llegaron allí.