A mi Maestro le deben doler los callos.

Éramos unas 20 personas en el gran salón, recobrándonos de un hermoso ejercicio que tenía a la mitad de los asistentes llorando de emoción. Lentamente abríamos los ojos para volver de ese espacio. Al mirar hacia la líder del grupo, vimos que también ella estaba profundamente conmovida y lloraba junto con nosotros. Cerca mío estaba un par de muy reconocidas terapeutas que, a lo largo de todo el grupo, habían estado en parte participando, en parte observando y comentando como si le estuvieran tomando examen. En esta ocasión, una de ellas le comentaba a la otra el 'descontrol' que había 'sufrido' la líder al dejarse llevar así por los sentimientos. No me pareció que nadie más en el salón fuera de la misma opinión. En ese momento creo que todos la amábamos profundamente, por su sensibilidad y sinceridad, y nada de esto había hecho disminuir nuestro respeto por su liderazgo del grupo.

¿Debe un terapeuta ser frío, imperturbable, inconmovible, totalmente por encima de las pasiones humanas de sus pacientes, en fin, perfecto?

La perfección es la culminación de todo. Más allá no hay nada. Es un estado que no puedo comprender. ¿Cómo sería aquel que hubiera alcanzado la perfección?

La vida es cambio. Lo que no cambia no está vivo. Cuando algo es perfecto, no puede ir más allá, por ello, no está vivo.

Por eso el título.